miércoles, 21 de marzo de 2007

El Interaccionismo Simbólico

El Interaccionismo Simbólico

Aspectos Comunes del IS

El interaccionismo simbólico es una de la orientaciones metodológicas que comparten las ideas básicas del proceso hermenéutico, o interpretativo. Trata de comprender el proceso de asignación de símbolos con significado al lenguaje hablado o escrito y al comportamiento en la interacción social. Según Williams (1999), el interaccionismo simbólico se puede considerar como la escuela más influyente y exitosa de sociología interpretativa, si este éxito lo evaluamos por el volumen de trabajos empíricos publicados y por la integración de la teoría y el método.
La ideología fundamental del interaccionismo simbólico, tanto teorética como metodológica, fue estructurada por Herbert Blumer (1954, 1966, 1969) con su amplia influencia, a través de la docencia, en las universidades de Chicago y Berkeley.
En estas páginas, expondremos las ideas centrales de Blumer y la reformulación que le hace más tarde Norman Denzin (1989a, 1989b, 1992) con la versión que él llama interaccionismo interpretativo.
En general, la reflexión de los interaccionistas simbólicos –como la de cualquier autor que considera la mente humana como una dotación cuya naturaleza es esencialmente hermenéutica (Heidegger, 1974)– define el análisis de la acción humana, de cualquier acción humana, como “una ciencia interpretativa en busca de significado, no como una ciencia experimental en busca de leyes” (Geertz, 1983, p. 5). Geertz llega incluso a decir que “el hombre es un animal suspendido en redes de significados que él mismo se ha tejido” (ibídem).
Sin embargo, esta orientación constructivista no es necesariamente antirrealista, es decir, uno puede sostener razonablemente que los conceptos e ideas son inventados por el ser humano, y, no obstante, mantener que estas invenciones corresponden a algo en el mundo real. Quizá, la mejor síntesis de este proceso dialéctico que se da entre el mundo exterior y nuestra realidad interna, la expresó Piaget, al describir los dos procesos básicos de asimilación (de lo externo en sí mismo) y de acomodación (de uno mismo a lo externo). Éste es un proceso “hermenéutico-dialéctico”, en el sentido de que es interpretativo al mismo tiempo que impulsa y estimula la comparación y el contraste entre diferentes construcciones hipotéticas de la realidad en un esfuerzo por lograr la mejor síntesis de la misma.
El Interaccionismo simbólico es una ciencia interpretativa, una teoría psicológica y social, que trata de representar y comprender el proceso de creación y asignación de significados al mundo de la realidad vivida, esto es, a la comprensión de actores particulares, en lugares particulares, en situaciones particulares y en tiempos particulares (Schwandt, 1994). Se da aquí una gran similitud con el significado que Weber y Dilthey dan al término Verstehen (comprensión).
Herbet Blumer establece los requerimientos de los métodos de investigación del IS en su publicación de 1966 (Williams, 1999, p. 133):

Desde el punto de vista metodológico o de investigación, el estudio de la acción debe hacerse desde la posición del actor. Puesto que la acción es elaborada por el actor con lo que él percibe, interpreta y juzga, uno tiene que ver la situación concreta como el actor la ve, percibir los objetos como el actor los percibe, averiguar sus significados en términos del significado que tienen para el actor y seguir la línea de conducta del actor como el actor la organiza: en una palabra, uno tiene que asumir el rol del actor y ver este mundo desde su punto de vista.

Blumer (1969, p. 12) puntualiza, además, que el IS se apoya en tres premisas básicas que constituyen su enfoque metodológico:

1. Los seres humanos actúan en relación con los objetos del mundo físico y de otros seres de su ambiente sobre la base de los significados que éstos tienen para ellos.
2. Estos significados se derivan o brotan de la interacción social (comunicación, entendida en sentido amplio) que se da en medio de los individuos. La comunicación es simbólica, ya que nos comunicamos por medio del lenguaje y otros símbolos; es más, al comunicarnos creamos o producimos símbolos significativos.
3. Estos significados se establecen y modifican por medio de un proceso interpretativo: “el actor selecciona, modera, suspende, reagrupa y transforma los significados a la luz de la situación en que se encuentra y la dirección de su acción…; los significados son usados y revisados como instrumentos para la guía y formación de la acción” (pp. 2, 5).

De estos tres presupuestos básicos, se desarrollan las formas definitivas metodológicas del IS como perspectiva, ya sea en relación al actor social y a la interacción, como en lo relacionado con la organización social.
La técnica metodológica fundamental del IS es la observación participativa, especialmente en el contexto y enfoque del “estudio de casos”, ya que sus procedimientos responden mejor, y gozan de un mayor nivel de adecuación, a sus requerimientos: las exigencias del modelo teórico y de explicación.
Blumer (1969) objeta aquellas metodologías en que “los participantes… en una organización social son meros medios del juego y expresión de las fuerzas o mecanismos del sistema mismo” (pp. 57-58), como sucedía en la orientación psicológica conductista. Por el contrario, el IS requiere que el investigador entre activamente en el mundo de las personas que está estudiando para “ver la situación como es vista por el actor, observando lo que el actor tiene en cuenta y observando cómo él interpreta lo que está teniendo en cuenta” (p. 56).
El proceso de la interpretación de los actores se vuelve inteligible no por la mera descripción de palabras y hechos, sino tomando aquella rica descripción como un punto de partida para formular una interpretación de lo que son realmente los actores (Schwandt, 1994).

El Interaccionismo Interpretativo

Desde los principios de la década de 1970, Norman Denzin comenzó un trabajo metodológico que lo ubicó en el centro de los debates sobre la teoría de la investigación del IS; él hizo varios intentos para formular los procedimientos que considera como sus bases metodológicas; una de las mayores contribuciones en este sentido fue el concepto de “triangulación múltiple”, es decir, la combinación de múltiples métodos (que permitan la penetración del grupo de vida), múltiples tipos de datos (de diferentes muestras), múltiples observadores (más de un punto de vista) y múltiples teorías (para analizar la información), todo en el desarrollo y estudio de una misma investigación.
Denzin (1971) aclara que el IS comienza con una “imagen sensibilizadora del proceso de interacción” (p.168) construida alrededor de conceptos sociales generales, tales como el yo, el lenguaje, la situación social, el objeto social y los actos asociados a ellos. Después, el investigador “se mueve de los conceptos sensibilizadores al mundo inmediato de la experiencia social real y permite que ese mundo module y modifique su marco conceptual y, de ese modo, el investigador se mueve continuamente entre el dominio de la teoría social más general y los mundos de las personas naturales y reales” (ibídem). Así, los interaccionistas simbólicos buscan explicaciones de ese mundo, aunque ven las teorías explicativas como interpretativas y bien fundamentadas, pero sin rondar los “datos” demasiado ni apoyarse excesivamente en ellos.
Sin embargo, para Denzin, los interaccionistas simbólicos todavía tienen demasiado respeto hacia el mundo empírico y, por esto, él presenta lo que llama un “interaccionismo interpretativo” (1989b), que se orienta hacia una postura que se ubica más bien en el Zeitgeist postmodernista. Los trabajos recientes de Denzin (1989a, 1989b, 1992) son una especie de desconstrucción de los textos que forman la tradición del IS: constituyen una síntesis abreviada y una reformulación compleja del proyecto interaccionista, que explota las intuiciones de la etnografía postmoderna, las críticas feministas al positivismo, la fenomenología hermenéutica y existencial, los estudios culturales y el pensamiento postestructuralista de Foucault y Derrida, al igual que una recuperación y compromiso con el pragmatismo social (Schwandt, 1994, p.133).
Los estudios culturales facilitan la conexión entre, por una parte, el estudio de la creación de sentido en la interacción social, y, por la otra, el proceso de comunicación y la industria de la comunicación “que produce y modela los significados que circulan en la vida cotidiana” (Denzin, 1992, p. 96). Los estudios culturales, además, ayudan al interaccionista interpretativo a dirigir su estudio hacia la comprensión crítica de “cómo las personas interactuantes conectan sus propias vivencias con las representaciones culturales de esas mismas experiencias vitales” (p. 74).
De los estudios feministas, el investigador interaccionista aprende que el lenguaje y la actividad de ambos, investigador y respondiente, deben ser leídos de un modo que implique su género y su orientación existencial, biográfica y de clase. Como resultado de esto, “un enfoque de los seres humanos y de la sociedad, dirigido fenomenológica y existencialmente, coloca al “yo”, a la emocionalidad, al poder, a la ideología, a la violencia y a la sexualidad, en el centro de los problemas interpretativos del investigador interaccionista, y éstos son los tópicos que también los estudios culturales interaccionistas deben enfrentar” (ibídem, p. 161).
Finalmente, en la reformulación que hace Denzin (1992), el interaccionismo interpretativo debe comprometerse explícitamente con un criticismo cultural, que utilice los valores de la tradición pragmatista y las intuiciones de la teoría crítica. En una vena verdaderamente descontruccionista, este enfoque implica:

a) “una tendencia a subvertir siempre el significado de un texto, para mostrar cómo sus significados dominantes y negociados pueden ser adversados”;
b) “exponer los significados ideológicos y políticos que circulan dentro del texto, particularmente aquellos que esconden o desplazan prejuicios raciales, étnicos, de género o de clase social”; y
c) “analizar cómo los textos enfocan los problemas de la presencia, las vivencias, la realidad y sus representaciones, y el comportamiento de lo sujetos, de los autores y de sus intencionalidades” (p. 151).

Algunos autores (ver Williams, 1999) realizan una crítica bastante aguda a los planteamientos de Denzin, señalando que ha querido unirlo todo (la Escuela interaccionista fenomenológica de Chicago, con la Escuela operacionalista de Iowa, las matemáticas con el sentido, etc.) en un eclecticismo que ofrece poco más que un puesto para todo, generando, con ello, una gran confusión.
El mismo concepto de “triangulación múltiple”, aunque parezca bello e inocente en sí, contiene, como muy bien señala Popper y otros autores (Williams, 1999), una separación “por principio” entre teoría y “datos incontaminados” que es insostenible epistemológicamente, y que, por lo tanto, no puede ser subestimada.
La conclusión teórica de una investigación con el enfoque del IS es bien ilustrada por Garfinkel (1967) en la línea de reflexión que utiliza Mannheim en su “método documental de interpretación”, en el cual se busca “un patrón idéntico u homólogo que subyace en un vasto y variado conjunto de realidades significantes totalmente diferentes”:

El método consiste en tratar la apariencia actual de algo como “el documento de”, como “apuntando hacia”, como “estando en lugar de” un patrón presupuesto y subyacente. El patrón subyacente no sólo se deriva de sus evidencias individuales documentadas, sino que las evidencias documentales individuales, a su vez, son interpretadas sobre la base de “lo que se conoce” del patrón subyacente. Cada uno se usa para elaborar el otro (p. 78).

En nuestras obras (Martínez M., 1999a, 1999c) ilustramos más extensamente todo el proceso de categorización y estructuración que se utiliza, como línea general, en todos los métodos cualitativos, y, por consiguiente, también muy útil en la orientación que siguen la etnometodología y el interaccionismo simbólico.

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